Hace veinticuatro horas que estoy jubilado. Me llueven los quehaceres para que no me aburra. De antemano habíamos quedado hoy a la una todos los compañeros de trabajo para tomar una caña y contarnos las estúpidas y aburridas aventuras del verano, pero antes, por aquello de mantener las rutinas, había llevado a mi mujer a San Ferando. Fui, vine, aparqué el coche en la calle y encendí el ordenador. ¡Tengo toda la mañana para jugar al solitario! me dije. Decidí empezar por el Spider nivel 2. No había soltamo más de una baza y sonó el teléfono. Gabriel precuntando por el Quadrivium 03. Llamo a la imprenta. " Ya ha salido -me contestan- antes de las seis de la tarde lo tendrá usted". Le doy al Spider y salta el correo. Un mensaje nuevo. Marisol regresa de Escocia pasado mañana y le gustaría que tomáramos una cerveza y comentáramos la novela que me envió por e-mail. "¡Uff, me lamento, si ni la he abierto!" De repente me acuerdo que tengo que ir a correos a recoger una carta de Juan Gálvez. Aprovecho para desayunar en El Roció. Me siento en una mesa y una señora de ojazos perdidos y ojeras pronunciadas, pero elegante en el gesto láguido, me muestra el interior de su estructura. Uno, mirón por naturaleza, disfruta unos momento del paisaje. En la carta de Juan Galvez hay dos fotografías y unas dedicatoria. ¡ Y la historia a medio leer! ¡Y me falta por terminr de leer el trabajo de José Manuel.
Vuelvo a casa con el propósito de leer lo que me falta. Abro el ordendador y vuelvo a los juegos. Ahora a carta blanca. Son las doce pasadas. Me entra un hambre canina y aún no he hecho nada. Subo a la cocina y apenas arranco el canterón de pan, llaman al timbre de la puerta. Me traen los cuadernos de Gabriel. Los desato con la ilusión de la novedad. Todo correcto según lo enviado. Ya sé donde Gabriel le pondrá falta, pero es lo que hay. El catorce de agosto estaba yo en un hotel de Benabente corrigiendo este cuaderno a las tres de la mañana. Ahora que se conforme. Llamada a su colegio, Gabriel no está. Teresa, su mujer lo localiza. Es tarde. Salgo hacia Alcalá. Entrego los cuadernos a Gabriel. Enrique me recuerda que hay que hacer una asambela de nuestra asociación porque hay ideas interesantes que le ha contado Christian este verano cuando se encontraron en una gasolinera en la provincia de Burgos. No tomo más que una caña. No quiero cuentos con el alcohol y la conducción. En eso he madurado. Llego a casa. En el buzón la programación de las actividades deportivas del pueblo. Lo subo a la cocina. Beatriz prepara el gazpacho y me suelta que ya me tiene preparado un curso para mejorare mi rendimiento en la cocina.
--Me voy a tomar un vino en el Matra.
--Como quieras.
Ella sigue con la cocina. Vuelvo enseguida.
--Ha llamado Juan Antonio Canales.
--¿quería algo concreto?
-- Saludarte y ver cómo va eso de la jubilación.
-- Luego le llamo.
--Llamale pronto. Hay un mensaje de él a la una y media.
--No son horas, mujer, son las cuatro.
Siesta. Me levanto. Beatriz ha ojeado el propecto de activiades deportivas y ha encontrado tres cursos que pueden interesarme: uno de yoga, otro de aerovic y otro de musculación.
Le miro y digo: muchas gracias cariño. Por hoy ya tengo suficiente...
3 comentarios:
Pedro, me encanta tu relato de jublieta. Me he reído un montón.
¿Por qué será que todos los jubilados os quejáis de los mismo? Siempre decis que no tenéis tiempo para nada. Creo que pronto te voy a seguir en esto de la jubilación. A mi me gusta la carta blanca, ¿tendré menos tiempo que ahora para llevarla a buen fin?
Besos y cuando te despejes un poco de tus múltiples quehaceres ven a verme a la Escuela, estoy por las mañanas.(Ya te he puesto otra tarea más)
-¿Qué tal un bonito juego de petancas.
-Un abono transporte para visitar los lugares singulares de la comunidad.
-Algunos libros para investigar en la cocina creativa.
-Apuntarte en alguna ong.para llenar los muchos ratos de ocio de que dispondrá?
No te preocupes, sigue escribiendo, que ya se nos ocurrirán más cosas con que llenar los ratos de ocio.
Ah, sobre todo ¡Muchas felicidades!
Enhorabuena, es una faena que estés tan ocupado, habia pensado que me echaras una mano con unos dipticos que tengo pendientes.
nos veremos
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