En este olivar extremeño, - cien mil kilos de aceitunas diaros en tiempos de cosecha- los días son eternos. El sol sale temprano y se poce tarde. Mientras, el calor mete en casa a los campesinos que estos días "esbardascan" - quitan las ramas superfluas que le brotan a los olivos- a las once de la mañan. A esta hora terminan el trabajo. Comienzan a las cinco y media o como mucho a las sies. Al rayar el día. Aquí no hay alba, aquí raya el día que no es poco. Los forasteros, todos oriundos, bagamos por aquí como almas en el limbo de los justos mirando y viendo. Aquí no se desayuna en los bares, ni los camareros son rumanos ni nadie vive del bar. El bar es un complemento a las faenas del campo. Y el día dura eternamente...
La tarde, después de las siete, tres horas antes de ponerse el sol, se acude a los huertos para regar las verduras y recoger los tomates.
Y el día sigue siendo largo...
1 comentario:
Buenas Talaván: Empezaría diciéndote que el título estará equivocado, ya que me parece que a la palabra "hablos" le sobra una "S"; será porque ud. es de Madrid, imagino.
En segundo lugar, decirle que lo que más me gusta de ese pueblo son los vinos y el mercadillo de los domingos.
Cuando me jubile me iré a vivir alli, si dios quiere. SALUDOS Y ¡CUIDADO CON EL DYC!.
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