Esta noche toca la Alacena. En mi pueblo, se suprimía el artículo árabe y se decía enfáticamente "la lacena", pero el significado es el amismo. No obstante, este noche me refiero a "La Alacena" como bar. Me encuentro allí con José Manuel y con Rafael del Moral. La conversación, a pesar de los pesares, transcurre por los cauces trillados de las gargantas sin agua. Reencuentro que poco tiene que ver con la conversación del medio día con el amigo Canales, que dentro de poco cumple sesenta años. ¡¡¡Desde los quince compartiendo vida!!!, manda cojones...
La Alacena es un bar que en su momento fue chic. Lo abrió un hombre que después fue condenado por agresor de género contra su mujer. Le daba a la coca y se atrevía con todo. En una noche de vino y rosas vendió el bar a Nieves, empresaria emprendedora de esta VELILLA despierta. Pero Nieves se dedicaba a otros menesteres: vende chinarías a los chinos y "fua grass" a los franceses. El bar quedó en manos de Mary (lease Mery) y de Luara, dos mujeres rioplatenses "del lado de acá." Es decir, no bonaorenses sino uroguayyyas -hay que dejar correr el sonido de la "y griega" hastoa donde dé de sí- el mejor casteyyyyano se practica por aqueyyyyos pagos, aunque nos parezca lo contrario. Pero el alma de todo el tinglado es una "cobriza", no sé muy bien si peruana o colombiana, que se llama Wilma. Son mujeres y hombres, todas tienen sus amores y sus corazones, que emigraron en busca de mejor vida para eyyyas y para eyyyos, para sus hijos y para sus padres, dejaron ayyyá, amistades, vecinos, nostangias y poesías y ahora nos obsequian con una sonrisa y una riqueça idiomática que merecemos nada más que a medias. Que den por culo a Colón, que se coló y a la reina Católica que ni la toquen, por guarra y no cambiarse de camisa... Ponme otro cuba libre Mery o Laura. ¡¡Esto de ser extremeño!...
1 comentario:
Aaaayyyy Pedro, con qué pocas palabras eres capaz de contar lo que pasa a tu (nuestro) alrededor.
Ayer nos contabas cómo en tu pueblo son capaces de mantener y actualizar tradiciones sin recurrir a la clásica tortura y muerte de toros y hoy nos describes, en menos de lo que dura un cubata, cómo se viene transformando esta Velilla de nuestros desvelos.
Aprovecho estas pequeñas emociones cotidianas para visitar tu espacio y recordarte de paso que tenemos pendiente la gestión de sendos actos en los que discutir pública y abiertamente sobre los toros y sobre la Velilla que queremos para el futuro.
Sigue así.
Pepe.
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