sábado, marzo 26, 2011

DÍAS TRANQUILOS EN CABEZABELLOSA


El titulo se lo tomo prestado a Henry Miller, pero los días vividos son míos. Resulta que para adecuar el nombre de la entrada busco en Google y me entero que Edhasa publica de nuevo el libro de Miller "Días tranquilos en Clichy" y aparecerá en librerías un día de estos. Lo califica como literatura erótica ahora que este género esta en decadencia, pues bien yo deseaba -y en ello estoy- contar mi media semana -las otras nueve la repartiré en los meses que le quedan al año-en Cabezabellosa, pueblo pequeño cuyos habitantes envejecen pero se mueven de manera muy activa porque el trabajo nunca ha sido una gran preocupación. Prueba de ello es que de las doscientas almas, no todas pero si cuarenta y cinco, vagan por las cálidas tierras malagueñas. La mía, mi alma, se divierte entre El Mirador -mirón- y La Bellosina -¡de Cabezabellosa era la niña y el galán que la ronda, de La Jarilla!-. Los cerezos comienzan a florecer, el alcalde mi amigo Luis que no se presenta a esta elecciones después de un solo mandato, hace balance de su gestión, ¡¡brillante, por cierto!! y las dos antenas telefónicas instaladas en lo alto del pueblo para proporcionar cobertura completa a los celulares no funcionan porque la gente del Valdio ponen pegas en la ubicación. ¡ponga un ramiro en su vida! Es molesto bailar entre robles para buscar el punto "G" de las comunicaciones, si bien el pensamiento se desboca en busca de la bellosina que se durmió en una casta de heno y se me ocurren cuentos eróticos. Debe ser "La soledad del soñador de fondo". La berrea es en otoño y ahora estamos a "principio de primavera cuando arrodill´´o Cristo Negro y dio con el tarro en tierra"
Y ahora el cuento erótico:

MI AMIGA DE VERANO

Nos conocíamos de toda la vida. Hacía más de diez años que no coincidíamos de veraneo en el pueblo. Nos encontramos paseando nuestros perros por el campo un anochecer fresco de agosto. Ambos nos quedamos parados, mirándonos hasta que ella dijo:

-- Dame un beso.

El primero se quedó en las mejillas, el segundo del protocolo se escapó a los labios. Yo la abracé con fuerza; ella me echó sus brazos al cuello. Nadie nos veía, los perros se olisqueaban y jugaban en el prado cercano. Mi mano se coló bajo su falda. Se apretó contra mí. La senté en la pared de piedra berroqueña. Le mordí en el cuello y ella a mí. Bajé hasta el pecho y desabroché su blusa. Ella suspiró. Levanté su falda y metí la cabeza entre sus piernas. Ella puso sus manos sobre mi pelo. Seguí hurgando. Ella suspiraba. Me bajé los pantalones. Sentí sus piernas sobre mis hombros. Busqué sus labios de nuevo.

La escena no duró más de diez minutos. Para los dos fue la segunda vez desde que dejamos colgada para siempre la adolescencia en una casa de heno cercana otra tarde parecida.

Llamamos a los perros. Cuando regresamos, su marido y mi esposa charlaban amigablemente tomando una cerveza en la terraza de un bar.



2 comentarios:

Ele Bergón dijo...

Muy erotico has vuelto de Cabezabellosa. Ten cuidado que en el pueblo aunque parece que no te ven nadie, todos saben de ti. Lo digo por los del relato.

Un abrazo
Luz

P. M. Talaván dijo...

La polisemia, Luz, la polisemia. Mientras tu lees un relato erótico mis paisanos piensan que es un escrito político.
Miguel Recio Montero dias tranquilos en cabezabellosa creo que es el articulo mas serio y directo que e leido nunca con nombres y todo sobre la situacion de cabezabelosa enhorabuena pedro y marcelo por favor sigue asi