lunes, diciembre 20, 2010

FLAMENCO RUMANO

Cada año por estas fechas solemos formular algunos propósitos encaminados a cambiar de vida. Consiste la cosa en decir adiós al año viejo, lo viejo, y empezar con la salud del veintidós porque la lotería, lógicamente no da para abandonar el trabajo y dedicarse a la vida contemplativa. El viernes pasado comíamos juntos los antiguos y últimos compañeros del CAP (Centro de Apoyo al Profesorado) de Alcalá y comenté a Dori que para el cambio de año ya había hecho mi plan de enmiendas: había escogido tres líneas: dejar de fumar y abandonar el vicio de tomar güisqui. Esto lo afirmaba yo muy serio mientras que con la mano izquierda sostenía un cigarrillo humeante que molestaba a Enrique y en la mano derecha un vaso ancho tintineaba los hielos que adornaban al segoviano. Dori, intuitiva como siempre, con esa sonrisa un tanto pilla, añadió sin esperar a que yo formulara el tercer empeño: "¡Y aprender inglés!" "¡¡NOOO!! - exclamé -ese era de hace cuatro años y ya sé que si pido güisqui los ingleses me entienden por tanto, no necesito más !!" Dori, en su línea saltó: "¡Aprender a tocar el clavicénvalo!" "Sí, pero adaptado al flamenco"- respondí súbito- como cuando una noche de juerga con Enrique Morente y Paco Carbajo en un bar que hay en el aparcamiento de la plaza de España de Madrid, un miembro de los Chunguitos quería convencer al gran cantaor que lo que tenía que hacer es adaptar 'er cante jondo ar ritmo filaderfia'" Lógicamente el tercer misterio quedó sin desvelar, pero de vuelta a Velilla entré en el bar vecino "El Andalú II" (sic) tras cuya barra trasteaba un hombre enjuto y gafeado que yo creía hijo del Jaburi. El Andalú II ha pasado por muchas manos. El anterior camarero, Florín, gozaba del jazz, el blus y la voz de Frank Sinatra, pero éste disfruta de la alegría de las sevillanas y de las murgas gaditanas. La noche del viernes no le comenté nada, fue la noche del sábado, mientras el bar rebosaba paisanos y paisanas suyas que jugaban al billar y a los dardos, cuando le pregunté su nombre. "¡Juanito!- me contestó" "¡Ah claro!-respondí-¡tú eres hijo de El Jaburi!" "¡Qué va! ¡yo soy rumano y me llamo Iovanie, pero en español se dice Juanito!" "¿Y lo del flamenqueo?" "Yo he trabajado siempre con esta familia que son de La Barca y se me ha pegado." Y aquí concreté mi tercera intención para el año que viene: aprender a tocar el clavicénvalo en plan flamenco pero con sonido de Los Balcanes. ¡Ele, va por ustedes y que dios reparta suerte!

3 comentarios:

Anónimo dijo...

Que se cumplan los deseos.
Está bien lo de aparcar el inglés para cuando se tenga verdadera necesidad que a partir de la tercera leccion se hace muy cuesta arriba.
Con el primero y el segundo será bastante con un poco de voluntad.
Para el tercero yo empezaría por un órgano electrico.
Feliz Navidad y que se cumplan los deseos
bp

Bh dijo...

Me ha encantado la historia del Junito. Dice la sabiduría popular que todo se pega...
En cuanto a las propósitos para el año que entra, no me importaría dejar de fumar :), así que si quieres nos ponemos juntos, y si alguien nos da algo por emprendedores, montamos una fábrica de güisqui sin alcohol. Si conseguimos unos buenos aroma y color, el efecto será a todas luces el mismo, más barato y sin resaca. A lo mejor nos hacemos de oro, que siempre es un buen propósito para el año nuevo.

Anónimo dijo...

Hola PEDRO ESTOY UTILIZANDO TU BLOG EN CLASE