martes, marzo 03, 2009

LA VEJEZ

Había quedado con Tertulino, Tertu, para muchos, "para ver como envejecemos" según expresión de él, hombre culto, cultivado y viajado. Sol, kilómetro O de esta España centralista, fue el lugar de la cita. Al instante comenzó la descentralización. Museo del Jamón, extremeño, Lardi, alemán, La casa de Soria, numantina, la calle Avemaría, multicultural... y la conversación se llenó de nostalgias, proyectos y recuerdos. El orden poco importa. Paseamos por el barrio de las letras con Quevedo, Cervantes, Lope, y toda esta gente que vivió como pudo y mientras pudo, hasta que nos encontramos con Le Pensateur, que junto a otras figuras -a mi se me figuran de plástico lo cual no les resta nada de creatividad- a la puerta de donde estalló una estación eléctrica, reparten su tiempo y justifican dineneros. Los teléfonos nos sirvieron de testigo del encuentro. Nuestras conversaciones fueron nuestras y al pensador de piedra le dejamos con esos mismos convidados andantes.

3 comentarios:

Antonia Dávalos Meseguer dijo...

!Que palabra tan misteriosa! Ahora que cada vez veo más cerca "esa" hora me lo perece. No le temo , pero quisiera llegar con dignidad, claro está a la vejez. Estos relatos hacen pensar , pero que bien escritos estan. Un saludo . a. Davalos

Kety dijo...

Hola Pedro, buen recorrido para sobrellevar la "vejez" que está aún por llegar. ;-)
Un abrazo

PMT dijo...

La vejez no ninguna desgracia sino todo lo contrario. Os recomiendo que leais a Cicerón: "Sobre la Vejez", "De senectute" en su original. Hay disfrutar de la niñez haciendo pellas, de la juventud, haciendo locuras, de la madurez ponderando los acontecimientos, de la vejez con el reposo y la contemplación, lo que no se pueden llevar las cosas es contra natura: no se puede intentar hacer lo mismo a los sesenta que a los veinte, ni a la veinte que a los cuarenta... Hay que disfrutar del tiempo que tenemos y vivimos... lo de más son hostias de pan pringado.
Un beso a cada una.
PMT