¿Quiéne te llamó Siberia la extremeña.
Quién comparó tu niebla con el frío
Quién insultó a tu pueblo y a tu estío
Quién confundió a tu santo con tu seña.
Quién recortó tus alas de cigüeña
Quién te impuso castigo tan impío
Quién prefirió la nieve a tu rocío
Quién no te quiso virgen, mi pequeña
¡Mecachis en la mar del alma impura!
del que te bautizó con el desprecio.
Maldito el corazón del hombre necio
que sólo vió pobreza en tu hermosura.
A un rayito de sol de tu llanura
Ni Dios sabe ponerle justiprecio.
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