Emilio, no sufras. Sí me gustan tus poemas, ya te escribiré una larga carta contándote impresiones y devociones.
Y para recordaos la infancia algunos puntos de urbanidad
- "Presentar bien los temas"
- "Levantarse al llegar un superior"
- No llevar muchos platos"
- Colgar el abrigo al llegar al estudio.
- En los paseos ir delante del superior.
- No entrar en ningun sitio sin avisar
- No manchar las paredes
- No derramar los tinteros
- No escribir en las pizarras
- No reirse cuando alguien se equivoca.
Y ahora una anécdota relacionada con las normas 6 y 9 no ¡el 69, por dios!:
Por razones que no vienen al caso, el lunes pasado me acerqué a la Facultad de Filosofía y Letras de la Universidad de Alcalá. La secretaría aprecía cerrada a cal y canto y abarrotada de cajas de embalar.
Al lado, la puerta del despacho de la decana. Me imagino que no había nadie. Giro el pestillo. La puerta cede. Una señora de bastante buen ver aparece frente a mí agachada con las piernas abiertas. Le miré se puso roja, yo me reí, ella se riyó y, para salir del impás, comenté.
--¡Qué despacho tan bonito tiene usted!- mientras miraba hacia el techo.
Ella me contestó.
--¿Sólo el despacho?
Le hubiera contestado cualquier barrabasada, pero aranqué con una gran carcajada se me, y a ella también. Ambos habíamos olvidado las reglas de urbanidad y resolvimos nuestros asuntos.
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