martes, octubre 20, 2009

SEMANA NEGRA DE GETAFE

Realmente el evento se llama "Getafe negro", pero yo me lo encontré en la calle Azcona de Madrid. Es un festival importante en cuanto a este género se refiere: cine, televisión, la guardia civil, comic, novelas, feria del libro, bares, jazz, blues, juegos on line, la resolución de un caso: "yincana: Caso Getafe" y así sucesivamente. Encontré el cartón en negro, por supuesto, en la Biblioteca de la Calle Azcona. A los diez pringaillos interesados en estas aventuras, - Agatha Christie obliga- nos metieron en una habitación junto al cuarto de baño de las mujeres. Discurrimos intentando adivinar o averiguar a qué nos dedicábamos cada uno de los allí embutidos. Alguien lo sabía todo. Disponía de nuestros datos, pero, ¿cómo asegurar que los datos son verdaderos? Nos pusimos a escribir un cuento que debíamos seguir a partir del personaje insinuado por el vecino. Mi vecino fue escueto: "Lorenzo es típico italiano joven y mujeriego. Esbelto, cabello negro y rizado, suele vestir camisa negra y" Y ahí se acaban las mimbres con las que osaría tejer el cesto. Bien, pues este caballerete es el asesino. Lo deduje con una mirada panorámica en torno a la mesa. Las señoras presentes elegantes, entrañables y encantadoras, emanaban ese aire que presta a las escritoras el género negro, del cual Lorenzo no se fía. Los hombres, maduros, aburridos, algunos barrigudos y todos desgalichados, tampoco subyugaban al joven de la camisa negra.
A la hora y media salimos a fumar un pitillo. Cuando volvimos el joven italiano no se incorporó. Quien sí se personó fue la escuadra de seguridad de la biblioteca al mando de una mujer.
--Hay un cadáver en el cuarto del baño de mujeres. Ustedes que son muy leidos deben ayudarnos.
--¿ Es hombre o mujer? -preguntó mi vecino.
--Hombre - informó la sargenta- moreno, pelo negro y rizado, viste una camisa negra y al parecer un tanto mujeriego: apuña fuertemente un trozo de tela netamente femenino.
Volví a observar a todos los que nos sentábamos en torno a la mesa y me quedé mirando fijamente a mi vecino. Los demás también le acribillaban. El se levantó y trató de marcharse. Los guardias de seguridad se lo impidieron.
--¡ Sí, he sido yo!- murmuró el observado-. No podía desarrollar al personaje, lo arrugué, lo lancé al váter y tiré de cadena.
--¡Pero salió a flote! el váter sólo admite papel higiénico. Véngase con nosotros - concluyó la jefa de seguridad.
Tres minutos más tarde, cuando aún no habíamos osado comentar el caso, apareció de nuevo la sargenta.
--No ha sido un asesinato, ha sido un suicidio disimulado de asesinato. Quería protagonizar una novela negra y lo ha conseguido. Caso resuelto. Les devuelvo a su amigo.

2 comentarios:

José de Juan dijo...

Si es que las cosas casi nunca son lo que parecen a primera vista.
Eso sí, no hay que fiarse nunca de quien tengas al lado cuando se trata de "elegir" al culpable de entre los presentes. Sobre todo si no se sabe de qué es culpable. Pero hasta en la ficción más negra todo acaba bien. ¿O no?

Kety dijo...

Gracias por tus consejos Pedro.
Un abrazo.