miércoles, julio 14, 2010

FÚTBOL Y EL TRIBUNAL CONSTITUCIONAL

¡Por fin es miércoles y parece que la marea del domingo amaina! Esta vez sí vi el partido entero con prórroga incluida. Y grité gol aunque no canté eso de soy español, español, español. No porque no me sintiera alegre, simplemente porque "la música militar nunca me hizo levantar" (Brassens) y además porque el tonillo sonaba a música popular rusa, sin albergar ninguna animadversión por los ciudadanos del este. La secuencia del mundial desde mi perspectiva, discutible por supuesto, comienza el día del Orgullo Gay en Madrid. Tarde calurosa de sábado: desde la Puerta de Alcalá hasta la Plaza de España, las carrozas oficiales se aprietan por la Gran Vía. Una de ellas ofrece el partido en una pantalla enorme sobre un camión repleto de gente más o menos vestidas. Se produce un no gol. Toda la masa grita ¡¡¡gol!!! para, inmediatamente después, rumiar con un ¡umm! la frustración. Pepa , Beatriz, Orestes y yo, contemplamos escépticos la gran manifestación festiva desde la terraza del Circulo de Bellas Artes. Un aficionado, teléfono al oído, narra la aventura sudafricana en voz muy alta. Su novia le contempla con mirada irónica. Este hombre ha sospechado que Orestes es más aficionado que yo al fútbol y se dirige a él para ampliar detalle sobre la jugada del no gol. La novia del mercurio se ríe ya de manera estrepitosa, los camareros se arremolinan en torno al vocero para enterarse de los detalles. La novia se acerca, le quita el teléfono y le insufla en la boca un buen trago de mojito. El beso es aplaudido por el auditorio. Yo entre ellos. La noche continua.
La semifinal me pilla en Valencia. Los balcones rebosan banderas rojigualdas. Beatriz y yo escogemos una terraza donde no haya mucha afición ni televisión en la ventana, pero nos resulta imposible abstraernos de la marea futbolistica. Unos hombres africanos de los del top manta, charlan en suahili, - supongo que se escribe así- junto a nosotros sobre la política de Gana. Hablan de todo África aunque sólo entendemos Gana, Gabón, Bukina Fasso u otros países del continente vecino. Hoy venden sombreros rojos con cinta amarilla.
Al día siguiente pasamos por una tienda donde se venden tejidos para los trajes de las fallas así como banderas y menesteres patrióticos. Un inmenso rollo de color rojo y amarillo, bandera de España, preside el mostrador.
--Por curiosidad -pregunto- ¿cuántos metros de banderas españolas habéis vendido?
--¡Muchos! -me responde un amable dependiente- más de cinco mil metros.
Esto era el viernes. Día en que se hizo pública la sentencia del Tribunal Constitucional sobre el Estatut de Catalunya. El sábado había manifestación en defensa del mismo en Barcelona. El domingo España jugaba la final contra Holanda.
La pregunta es la siguiente: Después de cuatro años de espera, igual tiempo que de mundial a mundial, ¿a quién coños se le ocurre emitir sentencia justo hoy que todo el Estado exhibe la misma bandera? Hay que ser parvo que diría un gallego. Estos señores del constitucional no son de este mundo.
¡Ah! estos días de fútbol son muy buenos para ligar.

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