El final de junio y el principio de julio suenan con música propia. No me refiero a las vacaciones, que también, sino más ajustadamente a la concurrencia de eventos musicales en las relaciones cercanas. Veréis: ayer, 30 de junio, día postrero al de San Pedro, - conservo el cuadro de San Pedro Evangelista pintado por Juan Evangelista Martín hace más de cuarenta años- me senté al rededor de una mesa donde Gabriel Alarcón, músico y maestro, proponía el cuadrivium como vía de solución de la educación en Madrid. Mantiene una singular pelea con la inspección y la dirección del centro porque reivindica los cuarenta y cinco minutos que dura la clase de religión. Es decir, el mismo tiempo para la música que para la religión cristiana: ni más ni menos. Arguye que mientras que a la catequista le respetan de manera escrupulosa el tiempo exacto, a la música le escamotean cinco minutos por clase en virtud de las razones más peregrinas. A su lado se sentaba el amigo Leopoldo Rodríguez, también músico que se quejaba porque no le apetecía entrar en las clases de infantil. El resto de compañeros, creo que a excepción de dos o tres, somos doce, pertenecen a diversos coros. El corao del centro se llama "Vox académica". Los CAP mueren auqnue el de Alcalá continúa, y todos entonamos el "Dies irae"
Belisario me manda desde Almuñécar una carta. Es un sobre marrón y almohadillado. Lo abro nervioso, casi temblándome las manos. Dentro un CD. Busco la carta. No hay carta. Una hoja donde vienen las letras de las tres canciones que contiene el disco: Amigo: que habla de amistad y agradefcimiento, cuya letra tambien la firma Belisario Egido, Llegué al sur con la letra la firmada por Belén Jiménez, me imagino que su mujer, y la tercera firmada por el común amigo Emilio Ortega. Paradógicamente la canción de Emilio se titula Silencio. Corro al ordenador y pincho las canciones. La voz de Belisario parece la de aquel muchacho con quien me crucé por última vez en un tren hace exactament cuarenta años. Se acompaña él mismo a la guitarra. Hay un sonido profundo, sesenta añero, con aires de canción francesa. Los años de Luxemburgo se dejan sentir. Y yo casi lloro...
Las lágrimas se convierten en risas: Inmaculada Díaz termina de registrar su monumental libro "Cromatismo en el bajo: 101 dictados para piano" Nos quedan quince días para mandar el libro a la imprenta. Son ciento una partituras y un texto de más de cuarenta hojas explicando los entresijos de la cuestión. Ahora en vez el dies irae entono el alleluja...
La música: ¡Cosita linda, mamá!
1 comentario:
Hola Pedro.
Ayer hubo un concierto de música medieval en la plaza de Velilla. Estuvo fenomenal. Al final hubo un pequeño problema con un vecino borde que sentí vergüenza ajena.
¿Dónde andas? ¿Sigues por estas tierras o ya te has ido para Extremadura?
Besos.
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