martes, abril 09, 2013

Margaret Thatcher y Sarita Montiel


Creo que el cielo debe mantenerse abierto a todas las mujeres. Sí, soy hombre y me podéis tachar de machuno, ¡qué le vamos a hacer si nací en Extremadura! Pero miremos en esta ocasión debajo de las faldas de Margaret y Sara. Sara se dejó levantar las  faldas por los hombres con los que se sentía a gusto. Fue una gran artista, una gran amante, una gran cantante,  una gran mujer  y una gran madre- padeció once abortos  y  ante la imposibilidad de parir, adoptó dos hijos -  llegó desde la fuente del pueblo a las cataratas de Niágara, soportando  la envidia de otras alguna mujeres y el deseo de otros hombres, siempre con la  osadía  al decir ¡aquí estoy yo! Margaret Thatcher, mujer guapa y dura hasta el punto de aclarar que los ricos tienen más derechos que los pobres y que  inició el recorte en todo lo social, eso que adoran los neocom y la no menos mujer que doña Ángela, también dejo ¡Aquí estoy yo! Pero mientras Sara gozaba de su "savoir faire" doña Margart se empeñó en convencer que para tener salud es necesario tener dinero y si estás enfermo y no lo tienes, te mueres o haber nacido rico. Sarita, presume de maridos,de haberse acostado desde muy joven con distintos hombres y presume de que su gran amor, aunque a escondidas, fue el premio Novel  Severo Ochoa y presumió siempre de gozar. La Thatcher, se deprimía: una de sus anecdotas más carismática eran las del fin del día: se sentaba en el suelo, se despatarraba, y con su secretaria, se fumaban una botella de güisqui. Parece que el despatarre es imprescindible, pero desde mi punto de vista me habría gustado disfrutar del güisqui de la Thatcher y del cigarrillo de Sarita. En fin, fumando espero y me quedo con la vida de Sarita y discrimino la vida de la inglesa. Tanta paz lleve como dejan, la de la
Thatcher no es buena, la de Sarita, sí. Carpe diem.

2 comentarios:

Pamisola dijo...

¡Mecachis! seguro que la Sara, no le perdona que la quitara el protagonismo.
Casualidades de la... muerte.

PMT dijo...

Ni yo tampoco, me quedo con Sara y con José Luis Sampedro.
Un abrazo.