Era de noche y sin embargo llovía, como todas las noches de este año -doble y mitad- que nos toca medir de arriba a bajo. En Copacabana -bar de Velilla- nos juntamos José Manuel, Juan Carlos y yo Pedro M. Talaván, para acordar el nombre del libro cuatripartito. María Romero nos honraba con la ausencia de su belleza. Salieron palabras, palabras, palabras y después de dos güisquis por cabeza y una hora de chirigótica reflexión acordamos el nombre común tan políticamente correcto que solo suena la /a/ del número y ni una sola /o/. Este celo gramatical no se debe a las con-fusiones y con/trastes de los anteriores y actuales trastos, sino a un exquisito y alambicado análisis de las formas de respeto tanto a la lengua como al género.Los contenidos son otra cosa. Y esos no se desvelan hasta que cada cual lea el libro. Por eso el comunicado de que el viernes, 23 de abril, día del libro, os invitamos a que nos acompañéis en el bautizo de nuestro último hijo de tres padres y una madre... Si no podéis venir por el asunto de la nube tóxica del volcán ese, no os preocupéis, lo entendemos, pero al menos mandarnos un mensaje de ...
