martes, abril 16, 2013

ABRIL FLORIDO

Abril es el mes de la primavera, pero la primavera siempre entraña más esperanzas que realidades. Viene  a cuento esta mínima reflexión a que en abril se han materializado cambios importantes, al menos en mi vida. Fue en abril cuando los curas salesianos me echaron del convento, hace de eso ya más de de cincuenta años   - ¡tiene sus huevos la cosa!- sin que haya podido saber cual fue el motivo de la expulsión. Pero como no hay mal que por bien o vengo, o lo que es lo mismo la experiencia vale para seguir viviendo, ese corte en seco en mitad del cuarto de bachillerato valió para estimularme y aquí estoy.  Y fue también en abril, cuando había cumplido los veinte años, en una noche larga como la soga de un pozo, en tren desde la estación de Villar de Plasencia hasta Delicias me trasladé a vivir Madrid. Ya no había vuelta atrás. Después llegó el abril de Portugal, y el abril en que mi padre se montó en la barca de Caronte y aún le sueño navegando los mares de encinas cacereños. Y hoy, 16 de abril, me llega un "WhatsApp" - me apetece decir guasa - de Teresa y otro de Juan. Teresa dice: " bueno pues ya tenéis a los hijos en un radio de 1.500 kilómetros"  y Juan dice "ya he aterrizado, la mochila pasó". Juan emprende la aventura en la que ya no hay vuelta atrás, como Beatriz, como Teresa, como mi padre...
¡¡¡ABRIL, ABRIL!!! ¡¡¡ABRRIR, ABRIR!!! 

martes, abril 09, 2013

Margaret Thatcher y Sarita Montiel


Creo que el cielo debe mantenerse abierto a todas las mujeres. Sí, soy hombre y me podéis tachar de machuno, ¡qué le vamos a hacer si nací en Extremadura! Pero miremos en esta ocasión debajo de las faldas de Margaret y Sara. Sara se dejó levantar las  faldas por los hombres con los que se sentía a gusto. Fue una gran artista, una gran amante, una gran cantante,  una gran mujer  y una gran madre- padeció once abortos  y  ante la imposibilidad de parir, adoptó dos hijos -  llegó desde la fuente del pueblo a las cataratas de Niágara, soportando  la envidia de otras alguna mujeres y el deseo de otros hombres, siempre con la  osadía  al decir ¡aquí estoy yo! Margaret Thatcher, mujer guapa y dura hasta el punto de aclarar que los ricos tienen más derechos que los pobres y que  inició el recorte en todo lo social, eso que adoran los neocom y la no menos mujer que doña Ángela, también dejo ¡Aquí estoy yo! Pero mientras Sara gozaba de su "savoir faire" doña Margart se empeñó en convencer que para tener salud es necesario tener dinero y si estás enfermo y no lo tienes, te mueres o haber nacido rico. Sarita, presume de maridos,de haberse acostado desde muy joven con distintos hombres y presume de que su gran amor, aunque a escondidas, fue el premio Novel  Severo Ochoa y presumió siempre de gozar. La Thatcher, se deprimía: una de sus anecdotas más carismática eran las del fin del día: se sentaba en el suelo, se despatarraba, y con su secretaria, se fumaban una botella de güisqui. Parece que el despatarre es imprescindible, pero desde mi punto de vista me habría gustado disfrutar del güisqui de la Thatcher y del cigarrillo de Sarita. En fin, fumando espero y me quedo con la vida de Sarita y discrimino la vida de la inglesa. Tanta paz lleve como dejan, la de la
Thatcher no es buena, la de Sarita, sí. Carpe diem.

miércoles, abril 03, 2013

Llueve

No debería significar nada pero no es así. La carretera que tanto anduve en mi adolescencia - Puebla de la Calzada a Lobón - está anegada por el agua. Yo, aquí, en la vega del Jarama recuerdo la vega del río Guadiana,  los paseos con Don Francisco Narváez y uno esta lluvia persistente con la que está cayendo en esta España nuestra con tanta privatización hasta convertir esta España nuestra en España suya a base de viajar a Suiza quizá a ordeñar a la vaca. ¡Vaya por dios!