O por la calle Montera pues ambas frases coinciden en su relativa verdad.
Iba yo a la manifestación de "Los amigos de la educación pública", o "Marea verde", una asociación sin ánimo de lucro pero con ánimo deque "el aprender cueste esfuerzo pero no dinero extra", me apeé en la estación Gran Vía salida Calle Montera. Montera es una calle donde las princesas procedentes del este de Europa ejercen su oficio a pesar de las prohibiciones y las rogativas de los bien pensantes que no pueden con los zares de las mafias y los emprendedores de opereta, es decir los chulos. Estas princesas se cruzan con el "oro del Perú": hombres bajitos y morenos plastificados por detrás y por delante con un lema común: "compro oro". Son los nuevos aventureros de allende los mares o del lejanísimo oeste. Montera es la aventura equinoccial de L. Aguirre, pero como en la película "La leyenda de la ciudad sin nombre" hay más buscadores de oro que busconas. El negocio del sexo también decae, debe ser la crisis o los mercados.
Mi afán aspiraba otros encuentros, yo buscaba profesores indignados y por allí andaban más papás y mamás, más estudiantes universitarios y de institutos que maestros de infantil, primaria y secundara. Eso sí, todos rezaban con gran ruido de tambores y camisetas verdes la misma jaculatoria: "Virgen de la Esperanza de la Aguirre, sálvanos" "Virgen de la Esperanza por la educación pública te rogamos, oyenos".
Gallardón intentó prohibir el paso a los aguerridos encartelados buscadores de oro porque desprestigiaban Madrid, Gallardón también ignoró la reivindicación de las putas de Montera que pedían un lugar al sol o a la sombra par ejercer su oficio, lo mismo que piden los docentes e ignorados de la misma manera. ¡Quizá hombres encartelados, putas y maestros quepan el mismo saco de Aguirre, Gallardon y la cólera de Dios!
Me niego a rezar, estos dioses no escuchan...
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